lunes, 21 de noviembre de 2011

ANECDOTA GASTRONÓMICA.


Era Agosto, y quería disfrutar de unas vacaciones de verano distintas. Ya estaba cansado del sol y playa de todos los veranos. Así que llamé a mi amigo Patxi, que en realidad era un compañero de San Sebastián, que tuve en la carrera cuando fui a estudiar el último curso a la universidad complutense de Madrid. El caso es que le escribí diciéndole que iba a estar en el País Vasco durante la última semana de Agosto. El se ofreció a dejarme una habitación de su piso, pero cuando me dijo que vivía todavía con sus padres, su abuela, un tío prejubilado, y un primo que llevaba parado 3 años, le dije que me buscaría un hotel baratillo a las afueras de Donosti. Lo más curioso de estas vacaciones, y ya que aquí estamos para hablar de cocina y gastronomía, os lo cuento ahora. Resulta que yo le dije a Patxi que había estado probando los pintxos en tabernas y bares que no me terminaron de convencer mucho, por el aspecto descuidado a veces, en otras ocasiones parecían erikotabernas con tanta bandera, o no me atendían si no hablaba el euskera. Total que él me dijo que me iba a lleva al sitio donde ofrecían los mejores pinchos del País Vasco. Entonces unas horas antes de que me recogiese del hotel, yo ya me puse mi boina en la cabeza y me vestí de verde y rojo, simulando la ikurriña. Total que me lleva en coche hacia las afueras de la ciudad, y yo que me decía a mi mismo: "este Patxi es que se conoce los sitios más autóctonos de su región; voy a acabar en plena montaña en algún restaurante rural." Pero imaginaos como será de cabrón el Patxi. Aquí abajo podéis ver la foto del sitio.



 
No querías los mejores "pinchos" ....

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